Dicen que viajar es sano y que nos hace ser personas más felices y nosotros lo corroboramos. Pero no sólo eso, sino que viajar mejora nuestra inteligencia emocional y, además, viajar solo es todavía más beneficioso para desarrollar nuestras competencias emocionales.
Éstas nos ayudan a enfrentarnos a todo tipo de situaciones con las que la vida nos pone a prueba, tanto en el ámbito personal, como en el profesional. ¿Quieres descubrir cómo? ¡Sigue leyendo!
La inteligencia emocional se define como «la habilidad para percibir, asimilar, comprender y regular las propias emociones y la de los demás, promoviendo un crecimiento emocional e intelectual, el cual utiliza esta información para guiar nuestra forma de pensar y nuestro comportamiento». Viajar, y más concretamente viajar solo, implica sentir y enfrentarse a muchas emociones, incluso miedos. Nuevas experiencias, contacto con diferentes costumbres y culturas, barreras comunicativas e, incluso, situaciones inesperadas.
Viajar solo y competencias emocionales
Según Daniel Goleman, autor del libro Inteligencia Emocional, existen tres habilidades básicas que debemos dominar: autocontrol, entusiasmo y empatía. Pero, ¿cómo viajar mejora nuestras habilidades en lo que a inteligencia emocional se refiere?
Viajar solo mejora nuestra autogestión emocional
Viajar solo, o acudir a un viaje en grupo donde no conocemos a nadie, nos ayuda a superar miedos y vergüenzas, pero también puede ser muy útil para aprender a gestionar nuestras emociones. Esto significa reconocer y gestionar las emociones negativas, sin dejar que éstas nos dominen y nos lleven a cometer errores. Estas emociones pueden ser tales como el miedo ante la soledad o lo desconocido o la falta de confianza en uno mismo. Reconocer estas emociones y mantener el control nos permite comportarnos de forma asertiva, es decir, expresar las emociones, tanto negativas como positivas, sin resultar agresivo ni tampoco pasivo.
Ponerse en los zapatos del otro
Así podría definirse la empatía. Esta es la capacidad de ponerse en el lugar del otro e intentar comprender sus emociones. Viajar nos pone en contacto con culturas, personas y lugares muy diferentes a nuestra realidad diaria y, por tanto, contribuye al desarrollo de nuestra capacidad de ser empáticos y comprender y respetar la diferencias. Ver con nuestros propios ojos cómo viven otras personas de culturas muy distintas a la nuestra es, además de enriquecedor, una forma de mejorar una de las habilidades básicas de las que hablábamos al inicio de este artículo.
Enfrentarnos a lo desconocido
Salir de nuestra zona de confort, de aquellos ambientes y situaciones en los que nos sentimos cómodos, nos hace crecer como personas. Si nos habituamos a hacerlo obtendremos enseñanzas y habilidades muy útiles en todos los campos de nuestra vida cotidiana. Saber enfrentarse a lo desconocido, no temer al cambio y tener la capacidad de desenvolverse en situaciones adversas son competencias básicas para el crecimiento personal y profesional.
Mejora de las habilidades sociales y de las competencias emocionales
Viajar solo, de una forma u otra, te obliga a socializar, a perder la timidez o, como mínimo, a luchar contra ella. Además, se adquieren o perfeccionan competencias tales como la autoconfianza, la autonomía o la capacidad de resolución.
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